Carta sobre el Himno Nacional Chileno
El Independiente, Santiago de Chile, viernes 19 de agosto de 1864
El público de Santiago.- Insertamos a continuación el siguiente remitido cuya publicación se
nos pide:
Lima, julio 19 de 1864.
La voz de un amigo, al que la habitación de cuarenta años, le ha sellado profundos e indelebles recuerdos de afecto i gratitud; i que por diversos i remarcados motivos, pudiera titularse chileno legal: esta voz repiro, no creo desdeñable ni sospechosa. Desde el año 29, en que el profesor Massoni por exitar la concurrencia a un concierto de su beneficio, en la primera sociedad filarmónica hizo cantar la canción, que hoi lleva el título de Nacional; la hemos mirado con fastidio, don José Zapiola, primero i respetable artista chileno, i el que suscribe, mirando en el un continuado sarcasmo a la nacion; pues si observada en su confeccion musical, es agradable i bien formado, de otro lado, ella incluye irregularidades por las que debe ser, si no aborrecida, pospuesta i eternamente desechada por respeto al honor patrio: máxime en la aciaga crisis que atravesamos.
[¿] No es vergonzoso que se diga como ya lo he oido decir, que fué necesario que un estranjero, un español le diese a Chile cancion nacional, porque no la tenia, ni habia en el pais un artista de capacidad para su composición? i pero no es asi. Antes que la actual entrase en moda, existia la propia, verdadera i mas significante, compuesta por don Manuel Robles; i a la que, el Gobierno del señor jeneral O’Higgins decretó su adopcion i nacionalidad: miéntras que, la que está en uso, no tiene mas privilejio, que ahberla mandado componer don Mariano Egaña en Lóndres, al español Carnier [sic], i hacerla valer a fuerza de repetirla; i no la creo mas respetable ni mas preferible, que el decreto del memorable capitan jeneral O’Higgins.
A mas de esto: adviértase que, la cancion reinante, no tiene popularidad ni la tendrá jamas, por no estar al alcance de la multitud; i su coro que debía ser la parte brillante i entusiasta, es mas propia para el Christus factus del Viérnes Santo, que para cantar las proezas de una nacion que, a la circunspeccion de su carácter, reune su gloriosa victoria i su valor histórico. ¡Ojalá que estas letras nacidas de un sincero afecto, se repitieran por los demas diarios de la capital i fuera de ella! Reclamando del Supremo Gobierno, que, por el honor nacional i consecuencia al benemérito señor O’Higgins, decrete el reconocer por himno o cancion nacional, la que desde la independencia fue adoptada; pues cuando apareció la que repruebo, ya tenía nueve años de existencia la de Robles, que en breve presentará don José Zapiola: i cuya adopcion, siendo para Chile un nuevo i precioso timbre, será tambien de gran placer para el que, por adhesion i gratitud puede llamarse chileno.
J. B. Alzedo
El público de Santiago.- Insertamos a continuación el siguiente remitido cuya publicación se
nos pide:
Lima, julio 19 de 1864.
La voz de un amigo, al que la habitación de cuarenta años, le ha sellado profundos e indelebles recuerdos de afecto i gratitud; i que por diversos i remarcados motivos, pudiera titularse chileno legal: esta voz repiro, no creo desdeñable ni sospechosa. Desde el año 29, en que el profesor Massoni por exitar la concurrencia a un concierto de su beneficio, en la primera sociedad filarmónica hizo cantar la canción, que hoi lleva el título de Nacional; la hemos mirado con fastidio, don José Zapiola, primero i respetable artista chileno, i el que suscribe, mirando en el un continuado sarcasmo a la nacion; pues si observada en su confeccion musical, es agradable i bien formado, de otro lado, ella incluye irregularidades por las que debe ser, si no aborrecida, pospuesta i eternamente desechada por respeto al honor patrio: máxime en la aciaga crisis que atravesamos.
[¿] No es vergonzoso que se diga como ya lo he oido decir, que fué necesario que un estranjero, un español le diese a Chile cancion nacional, porque no la tenia, ni habia en el pais un artista de capacidad para su composición? i pero no es asi. Antes que la actual entrase en moda, existia la propia, verdadera i mas significante, compuesta por don Manuel Robles; i a la que, el Gobierno del señor jeneral O’Higgins decretó su adopcion i nacionalidad: miéntras que, la que está en uso, no tiene mas privilejio, que ahberla mandado componer don Mariano Egaña en Lóndres, al español Carnier [sic], i hacerla valer a fuerza de repetirla; i no la creo mas respetable ni mas preferible, que el decreto del memorable capitan jeneral O’Higgins.
A mas de esto: adviértase que, la cancion reinante, no tiene popularidad ni la tendrá jamas, por no estar al alcance de la multitud; i su coro que debía ser la parte brillante i entusiasta, es mas propia para el Christus factus del Viérnes Santo, que para cantar las proezas de una nacion que, a la circunspeccion de su carácter, reune su gloriosa victoria i su valor histórico. ¡Ojalá que estas letras nacidas de un sincero afecto, se repitieran por los demas diarios de la capital i fuera de ella! Reclamando del Supremo Gobierno, que, por el honor nacional i consecuencia al benemérito señor O’Higgins, decrete el reconocer por himno o cancion nacional, la que desde la independencia fue adoptada; pues cuando apareció la que repruebo, ya tenía nueve años de existencia la de Robles, que en breve presentará don José Zapiola: i cuya adopcion, siendo para Chile un nuevo i precioso timbre, será tambien de gran placer para el que, por adhesion i gratitud puede llamarse chileno.
J. B. Alzedo