Himno Encomiástico a Enrique Meiggs
Este himno, parte del grupo de himnos patrióticos y encomiásticos a diversas personalidades civiles y militares, es uno de los últimos que escribió Alzedo en Chile (probablemente su última composición para el contexto local). Fue estrenada el 14 de septiembre de 1863, tres meses antes de regresar a Lima, con ocasión de la inauguración de la ferrovía entre Valparaíso y Santiago. La celebración, en Llay-Llay (estación al centro de la ruta) contó con la participación del presidente, ministros y miembros de la iglesia, y la prensa de la época la consideró un hito clave de la modernidad de Chile. Según varias crónicas, Meiggs, empresario a cargo del proyecto, se emocionó hasta las lágrimas con la composición de Alzedo, que volvería a interpretarse con ocasión de la bastante más criticada ejecución de similares obras por Meiggs en Perú.
La canción, simple en construcción, tiene algo de antiguo villancico. La primera sección es en tono de himno, y bastante simple; los versos son mucho más osados, imitando el sonido de locomotar antes los versos que hablan del "impulso de máquinas silbantes de vapor. En fantástico vértigo a sus pies desaparece de los Andes espléndidos el nevado verdor". Alzedo, además, concluye los versos con la cadencia "nacional", aquella que cierra la introducción al Himno Nacional de Chile, y a la que también recurrirá para otras obras relevantes para la república (por ejemplo, su himno Victimae Paschalis, dedicado al arzobispo Rafael Valentín Valdivieso). De esta manera, instala a Meiggs no solo como individuo, sino que como parte integral de la construcción del Chile moderno, haciendo eco del mismo himno que se hubiese interpretado en la ocasión.
La canción, simple en construcción, tiene algo de antiguo villancico. La primera sección es en tono de himno, y bastante simple; los versos son mucho más osados, imitando el sonido de locomotar antes los versos que hablan del "impulso de máquinas silbantes de vapor. En fantástico vértigo a sus pies desaparece de los Andes espléndidos el nevado verdor". Alzedo, además, concluye los versos con la cadencia "nacional", aquella que cierra la introducción al Himno Nacional de Chile, y a la que también recurrirá para otras obras relevantes para la república (por ejemplo, su himno Victimae Paschalis, dedicado al arzobispo Rafael Valentín Valdivieso). De esta manera, instala a Meiggs no solo como individuo, sino que como parte integral de la construcción del Chile moderno, haciendo eco del mismo himno que se hubiese interpretado en la ocasión.
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